9 de junio de 2013

Suicidio

La sola idea hace que mi pulso se acelere y la sangre se me congele en el pecho. Ni siquiera en estos momentos soy capaz de levantar la mirada ante semejante visión y no estremecerme de terror, pero la idea de permanecer un minuto más en este mundo es aún peor. Un mundo salvaje, egoista y cruel, y lo que es aún peor, sardánicamente hipócrita. Un mundo del que reniego y al que no pretendo pertenecer. No, ya no.
Estuve ciega durante todos estos años, llegando a pensar que existía un papel para mi en esa pantomima llamada vida, en este esperpento ridículo de sociedad, que finalmente encontraría mi lugar en el mundo, que lograría alzarme victoriosa y alcanzar la meta para la que nací y para la que he estado preparándome durante mi miserable existencia. Todo era mentira. Mierda.
Abrí mi corazón de par en par, dejando que cogieran todo cuanto quisieran, y cuando no quedó nada, se marcharon. He dedicado mi vida por entero a los demás, sin preocuparme por mi propia felicidad, he dado todo lo que tenía y más, pero a cambio solamente he recibido incomprensión, desprecio y la más absoluta y dolorosa ignorancia. El amor y la amistad son dos caminos vedados para mi, y mis ojos arden cada vez que pienso que me iré sin haber conocido a una sola persona con la que compartir todo lo que llevo en mi interior. Oh, malditos que me pisoteáis sin piedad, si pudierais ver mi interior.
Ya es demasiado tarde para la autocompasión, no puedo abandonar este mundo con un corazón cargado de frustración social y rencor. Mis últimas palabras han de ser de amor y agradecimiento, agradecimiento a mis padres que me dieron la vida y la esperanza de un mundo mejor. A ellos debo todo lo que he sido. Amor, a pesar de todo, hacie este mundo que seguirá girando inexorablemente cuando todos hayamos desaparecido y en el que a fin de cuentas no siempre fui desgraciada. Agradecimiento, a eso que podríamos llamar compañeras y compañeras, que han pretendido cuidarme y quererme superficialmente, a todos los que me han sacado una sonrisa después de la primavera. A vosotros, pequeñas delicias, gracias, mis ángeles de la guardia.
He hecho todo lo que estaba en mi mano pero las cosas no han salido bien. Soy débil y no tengo el coraje necesario para seguir adelante, las fuerzas me abandonan, las lágrimas se secan, la sangre se derrama y la vida se me escapa.

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Quiero desaparecer, que nadie sepa nada de mi... Ser una Don Nadie, que es lo que llevo siendo desde que te fuiste .